jueves, 4 de febrero de 2010

Mis viajes (IV): Paris, parte 3

La noche del 31 de Enero al 1 de Febrero es una noche normal del año. Lo único especial que tiene es que hay que pasar una hoja del calendario. Sin embargo, la de 2010 ha sido diferente. Empezó más tarde de la 1 de la mañana, y acabó algo antes de las 5, cuando el despertador anunciaba que quedaba poco para levantarse. Tras unos breves instantes luchando contra la comodidad y el calor que ofrecen cada mañana las sábanas y sus ayudantes (mantas y colchas), al final conseguí levantarme. Media hora después, me estaba despidiendo de mi hermano, que se levantó expresamente para despedirse de mi. Mientras lo hacía, mi madre me metía prisa preparada para salir junto a la puerta abierta, diciendome que mi padre ya esperaba en el coche. Las 5 y pico de la mañana, y ya toda la casa en pie por mi culpa.

Minutos después, el coche de mi padre circulaba con una pasajera adicional, y los cuatro juntos nos dirigimos al aeropuerto. Ya teníamos los billetes impresos y sólo llevabamos una mochila cada uno como equipaje de mano, así que no teníamos que facturar nada, por lo que nos dirigimos directamente al control de seguridad del aeropuerto. Lo pasamos sin problemas, y nos dispusimos a esperar la hora y media que quedaba. Pero como ya he dicho antes, el tiempo es muy puñetero, y en vez de ser hora y media eran 90 interminables minutos. Aunque parezca increible, al final llegó la hora del embarque.

Un par de horas más tarde, después de muchas nubes, empezamos a ver suelo francés. Y la verdad es que no era muy diferente de ver nubes, ya que todo estaba cubierto por una capa blanca. El aterrizaje se tuvo que retrasar media hora para que a los operarios de tierra les diera tiempo de acabar de despejar la pista de aterrizaje de nieve. Al final acabamos aterrizando, y aunque estaba nevado, la temperatura no era excesivamente fría y hacía sol.


Desde el aeropuerto, un autobús nos llevó a París (que no estaba nevado, aunque sí había llovido) en poco más de una hora. Mi novia no besó el suelo porque estaba mojado, pero a pesar de haber bajado hacía rato del avión ella seguía en una nube. 8 paradas de metro con un transbordo en medio fueron las que necesitamos para llegar a Place de Clichy, donde estaba nuestro hotel. En menos de 5 minutos andando encontramos nuestro hotel, que está en un edificio que se nota que tiene bastantes años, a pesar de que han reformado la fachada. Nuestra habitación no iba a estar lista hasta las 3 de la tarde. Como quedaban aún dos horas, dejamos las mochilas en la recepción del hotel, cogimos las cosas importantes, y nos dirigimos hacia el sur, con el objetivo de ver el mayor número de cosas posibles el primer día, dada la previsión que habíamos visto desde Madrid, según la cual parecía probable que fuera el único día que no nos iba a llover.

El primer objetivo estaba claro: la Torre Eiffel. Nos bajamos en la parada de metro de los Inválidos, aunque de momento nuestros pasos se dirigieron hacia el emblemático monumento obra de Gustave Eiffel. Poco a poco nos fuimos acercando, con fugaces visiones de la Torre entre los edificios que nos separaban. Finalmente, los últimos edificios dieron paso a la imponente visión de la estructura más representativa de París. Aprovechamos unos bancos cerca de su base para probar el primer bocado desde la noche anterior, al menos por mi parte, ya que a mi novia sí la había dado tiempo a desayunar en Madrid. Después de la frugal comida, que a pesar de no ser muy abundante nos satisfizo, nos dirigimos a la base de la Torre, donde nos acosaron los vendedores ambulantes. Una vez superados los vendedores, nos dirigimos a una de las bases, que dio la casualidad de ser la entrada al acceso a pie, que además resultaba 4 euros más barato cada uno que subir en ascensor, por lo que decidimos subir a pie. 2 pisos más arriba, hasta donde se puede subir andando, leímos en un cartel que la primera planta equivalía a una planta 21, y la segunda a una 43º, que era lo que nos habíamos subido. Como el acceso a la cumbre estaba cerrado por mantenimiento, nos volvimos para abajo, andando también, no sin antes disfrutar de las amplias vistas que se disfrutan desde arriba.

Después de bajar, cruzamos el puente que separa la Torre Eiffel y la plaza de Trocadero, desde donde se ve la Torre en toda su amplitud. Creo que la plaza de Trocadero es mi lugar preferido de todo París, a pesar de que la marabunta de vendedores ambulantes llega hasta allí. Aunque tiene su lado bueno, así mi novia pudo practicar hasta el éxtasis su francés, en concreto una frase: "Non, merci". Como queríamos aprovechar el día, nos apresuramos hacia el metro, y nos dirigimos hacia los Campos Elíseos, en concreto hacia el Arco de Triunfo. Cuando descubrimos que subir era gratis para los menores de 26 años de la Unión Europea, nos subimos de cabeza.

Ya seguiré otro dia, que estoy cansado

2 comentarios:

  1. Oh Pagri, la ciutat de l'amour...

    En esta entrada se plasma el espíritu deportivo de la linda pareja, subiendo y bajando escaleras, yendo de un lado para otro paseando (obviaré los viajes en metro iniciales).

    El primer día fue completo, quizá sepamos que paso después en otro/s posts?

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  2. Por supuesto, también se lo debo a mi niña

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