Pequeñas cosas

Lo prometido es deuda, así que voy a saldar la susodicha. Prometí una entrada para el domingo, y eso ya es hoy.

Uno se da cuenta de la importancia de las pequeñas cosas cuando faltan. Hoy me he alegrado enormemente al reencontrarme con dos antiguas amistades, una de cuando iba al instituto (he jugado contra él al fútbol, y nos han ganado 9-3 ¬¬) y otra de la vieja guardia ogamera. Pero todo es así. Como ya visteis con la otra entrada, un día de bajón puede convertirse en uno no tan malo con algo tan insustancial como jugar a la play.

Esa desconexión de la realidad es otra de esas cosas que no se valoran, pero que de vez en cuando viene bien. Algunos se van a pasar el día al campo. Yo prefiero irme a jugar al fútbol, o a pasar un rato con mi novia, o (a falta de las dos anteriores) refugiarme en una realidad falsa (virtual la llaman) a traves de los videojuegos y olvidar por un rato la realidad real.

También me he dado cuenta estos días de que por otras personas me esfuerzo mucho más que por mí mismo. Un dolor ardiente de piernas se olvida al ver la cara que pone una mujercita delante de 4 pisos de escaleras. Casi nos caemos los dos por llevarla a caballito cuando casi no me sostenía yo solo, pero su cara de felicidad mereció la pena.

Cada vez que escribo, me doy cuenta de que, invariablemente, mis palabras (que transcriben mis pensamientos) se dirigen en una misma dirección. ¿Es eso malo? No lo tengo demasiado claro. Desde luego, no quisiera aburrir a los lectores con un blog monotemático. Prometo que me esfuerzo por evitarlo

Tengo que irme proponiendo temas a mí mismo, para poder escribir sobre algo. Ya tengo un par en mente. Me los apuntare en algún sitio para no olvidarme

De todas formas, parece que esto ya se está alargando demasiado, así que lo dejaré para otro rato... quizá mañana